Este artículo fue publicado originalmente en 2021. Última reedición: 2023.

He mencionado en diversas ocasiones que la creciente popularidad de la meditación y el mindfulness no es mera casualidad. Estas prácticas, altamente efectivas para cultivar la atención y elevar la conciencia en el presente, siguen experimentando un notable aumento en su difusión y aceptación. Se conoce que a menudo reforzamos conexiones neuronales inadecuadas en nuestro cerebro, recurriendo a comportamientos dañinos y percepciones distorsionadas de nosotros mismos y del mundo. En otras palabras, seguimos transitando por ‘caminos mentales’ tenebrosos y acechantes de manera rutinaria. Un ejemplo claro de estos pensamientos perjudiciales es la tendencia humana de revisitar constantemente el pasado, tratando de cambiar lo inalterable y no conformándonos con lo que somos y tenemos hoy. El cantautor español Diego Ojeda nos recuerda que ‘arrepentirse de lo vivido sería llenar de tachones nuestra autobiografía’. Sin embargo, ¿cómo aceptar una vida marcada por tachones, borrones y puntos aparte? ¿Cómo podemos sobrevivir a nuestro propio pasado?

Coloquialmente se dice que la ansiedad nos hace vivir en el futuro, mientras que la depresión nos sume en el pasado. No obstante, considero que al reflexionar sobre nuestro pasado con la ingenua esperanza de cambiarlo, no solo experimentamos melancolía, sino que también mantenemos una hiper vigilancia, ansiosos por intervenir. Este enfoque a menudo nos lleva a tomar decisiones basadas en el miedo, saboteándonos de diversas maneras en el presente. Al concebir el pasado como algo modificable, generamos una ilusoria sensación de control que rápidamente se desvanece, provocando malestar.

Retomando el tema de la meditación, desde una perspectiva neuropsicológica, se ha descubierto que el entrenamiento para enfocarnos en el momento presente fortalece conexiones neuronales en el lóbulo frontal. Estas conexiones no solo contribuyen a la toma de decisiones más acertadas, sino que también nos brindan mayor resistencia al control del miedo y la ansiedad. Este proceso de fortalecimiento de conexiones neuronales, facilitado por la meditación y el mindfulness, no solo influye en la toma de decisiones más informadas, sino que también desempeña un papel crucial en el cultivo de la aceptación del pasado. Al entrenarnos para centrarnos en el momento presente, estamos aprendiendo a liberarnos de la carga de intentar cambiar lo inalterable, permitiéndonos abrazar una perspectiva más comprensiva y equilibrada de nuestra historia personal.

Considero crucial no solo aprender a vivir en el presente, sino también reconocer que el pasado solo existe en nuestras memorias y en las de aquellos cercanos a nosotros. Obsesionarse con los tachones en nuestra autobiografía es simplemente un error. Aunque pueda sonar simplista y trillado, creo que la clave radica en cultivar la humildad suficiente para aceptar que somos seres en constante aprendizaje y que la vida es, en esencia y para cada individuo, una colección de errores y aciertos. Aunque pienso que la solución no reside en el olvido, sino en la aceptación, percibo el eco de unos versos de Silvana Estrada:

Sabré olvidar,
Porque el silencio no da opción cuando uno canta,
Y este dolor se ha de esfumar en mi garganta,
Sabré olvidar.

Sabré olvidar,
Aunque ahora cargo la desgracia entre mis dientes,
Pues sonreir es un remedio de valientes,
Sabré olvidar.



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