En algún momento entre niñez y adultez, aprendí, con una novela de Milan Kundera, la etimología de la palabra nostalgia: ese sufrimiento que provoca el deseo de volver al lugar de donde venimos. Proviene del griego, cuyas antiguas historias exploran esta clase de añoranza universal, la aflicción que sentimos al estar lejos del hogar (sea cual sea el significado que le demos a esta palabra) y, sobre todo, el anhelo de regresar. Pero la nostalgia trasciende lo físico. Es también ese deseo agridulce que nos visita en la adultez, cuando se mira en el espejo mientras camina, de rebobinar nuestras vidas y revivir la sencillez de la infancia.
Hoy, a mis 26 años, pienso en leche chocolatada. Sí. Una taza caliente de leche con chocolate, hecha con leche pura y sin pasteurizar que mi abuela—que ya no está—nos mandaba cada semana, directamente desde su hacienda, siempre en una botella de Coca-Cola vacía (hoy espero que haya sido debidamente sanitizada). El recuerdo no es tan vívido, pero casi puedo soñarlo: yo, de unos diez años, sentado en la mesa de la cocina del apartamento donde nací y crecí, junto a mi mamá y mi perro, revolviendo distraídamente una cantidad (demasiado generosa) de chocolate en polvo en una taza de leche (demasiado grande). Me gustaba contemplar el polvo disolviéndose y transformando, lentamente, ese blanco cremoso en un marrón cada vez más rico y profundo. Un pequeño gran momento de alegría pura. Seguridad y calidez acogedora.
Pero lo que más me impacta hoy no es la típica añoranza por los días de infancia que se esfumaron para siempre, sino algo curiosamente específico: no me importaba el azúcar. Ni la lactosa. Mi yo adulto, intolerante a la lactosa, es cada vez más consciente de todo: salud, hábitos, equilibrio, y la forma correcta de hacer las cosas. La ‘adultez responsable’ exige atención constante y una interminable lista de restricciones y precauciones, y eso, supongo, es simplemente incompatible con el placer despreocupado de una taza que apenas cabía entre mis manos, repleta de leche chocolatada de dudosa procedencia.
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