El famoso y controvertido psicólogo y pensador Jordan Peterson suele explicar en sus escritos y charlas por qué ordenar tu cuarto te podría cambiar la vida y es el primer paso para ‘cambiar el mundo’. Peterson argumenta que, antes de criticar e intentar cambiar todos los males del planeta, pocas cosas son más importantes que asumir absoluta responsabilidad sobre nuestra propia vida. «Ordena perfectamente tu casa antes de criticar al mundo» —dice— «Si ni siquiera puedes limpiar tu propia habitación, ¿quién demonios eres para dar consejos al mundo?». Aunque puede sonar algo pretencioso y reduccionista, considero que esta cosmovisión es sana y particularmente oportuna para las generaciones actuales que, con frecuencia desde la comodidad de su (nuestro) sofá, tienden a hacer poco más para ‘cambiar el mundo’ que quejarse de todos los males (y malos) mientras su casa, su cuarto y su propio ser se alejan de ser un buen ejemplo y un verdadero motor productivo de cambio. Se alejan de estar en orden.
Si quieres cambiar el mundo, tienes que empezar por ti mismo y trabajar hacia fuera, porque de ese modo construyes tu competencia. No sé cómo puedes salir a protestar contra la estructura de todo el sistema económico si no puedes mantener organizada tu propia habitación.
Jordan Peterson
Este axioma, aparentemente simple, extremo y sin condumio, es complejo y poderoso. Como psicólogo y ser humano, conozco que es altamente probable que nuestro espacio personal se convierta en un microcosmos de nuestro estado mental, de nuestro matrimonio, de la relación que mantenemos con uno mismo o con los demás. Es un acto de humildad y crecimiento personal y colectivo, por tanto, empezar por encargarnos de lo que realmente podemos y sabemos que debemos hacer, de cualquier responsabilidad que tengamos enfrente y esté en nuestras manos asumirla, por minúscula que parezca. Como argumenta Peterson, de esta manera cada uno de nosotros puede empezar a ser honesto y consecuente, a decir la verdad y plasmarla en nuestros actos según nuestro propio dominio de competencia.
El mundo se presenta como una serie de acertijos o rompecabezas, algunos de ellos podemos resolverlos y otros tantos no. Poner en orden nuestro propio cuarto (y, como consecuencia, gradualmente y por efecto dominó, nuestra vida personal y luego ‘al mundo’) significa elegir el camino de la acción. ¿Cómo sería nuestra sociedad si todos nosotros dejásemos de evitar las cosas que sabemos que debemos hacer? ¿Cuánto contribuye nuestra propia corrupción al hecho de que el planeta sea un lugar catastrófico en muchos sentidos? ¿Y si nos encargamos, de una vez por todas, de todo aquello que dejamos a medias por iras, por pereza, por cansancio… por poner excusas? Vale la pena, por lo menos, intentarlo, antes de protestar.
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