Pienso en las palabras ser y estar, que en inglés y en francés son una sola. Ser es existir, pero también suele describir nuestra personalidad o, simplemente, ciertas características individuales predominantes. Soy introvertido, soy ordenado… suena complejo cambiar lo que somos. Estar, en cambio, tiende a describir lo transitorio. Estoy cansado, estoy contento… cosas más moldeables y situacionales. He notado, sin embargo, que a veces decidimos, casi arbitrariamente e impulsados quizás por la desesperanza (o la pereza), que ciertos estados transitorios o errores cometidos en el pasado han de formar parte, por los siglos de los siglos, de lo que somos.

En este caso, usar las palabras a nuestro favor y de forma más consciente nos podría ayudar a construir, cuidadosamente, nuevas narrativas con relación a nuestra vida. Como consecuencia, surgen nuevos comportamientos. Por ejemplo, en lugar de decirnos «soy una persona desorganizada e improductiva», quizás nos beneficie más aceptar que durante años no le hemos dado el valor necesario al orden y a la productividad. Decidimos estar de aquella forma durante mucho tiempo, decidimos contemplar a la falta de organización y productividad como nuestra forma de ser; nos resignamos. Se vuelve fundamental tomar responsabilidad sobre nuestra vida y dejar de atribuir la causa de nuestras fallas y dificultades a entes ajenas, sean otras personas o rasgos propios que, a veces por conveniencia, consideramos inalterables.

Es verdad que cada persona tiene ciertas cualidades innatas y rasgos de personalidad que son muy difíciles de cambiar de forma radical. Por otro lado, podríamos pasar la vida entera tratando de definir lo que somos en un sentido más profundo y filosófico. Sin embargo, desde una perspectiva meramente práctica y cotidiana, a veces no tiene sentido encasillar nuestros gustos y hábitos, sean buenos o malos, bajo la palabra ser. Quizás nadie es productivo, es malo para hacer ejercicio, es buen lector, es madrugador… Siempre acompañados del viento del azar, todos somos personas que están tomando decisiones constantemente, muchas de ellas inconscientes, lo cual conlleva a distintos resultados, fortunas y desventuras. Por tanto, los tan anhelados cambios ‘para bien’ que están bajo nuestro control dependen mucho más de empezar a tomar decisiones responsables que de cómo somos o creemos ser. En este sentido, lograr ser aquello que anhelamos suele ser tan solo el resultado de estar transitando el camino correcto, y esto es una decisión.



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