Nunca me había puesto a pensar en lo corta que es la vida si tomamos en cuenta ciertas actividades que consumen nuestro tiempo mucho más de lo que creemos. Supongamos que todos, por fortuna, viviremos hasta los 85-90 años sin mayores complicaciones de salud ni dificultades sustanciales en la vida. Dependiendo de la edad que cada uno de nosotros tiene actualmente, es posible que nos queden unos 60, 30, 10 años de vida si somos optimistas. Sin embargo, se ha estimado que los seres humanos pasamos aproximadamente un tercio de nuestra vida durmiendo, algo que no solemos tomar en cuenta al evaluar cuánto tiempo realmente nos queda. También hay que considerar otros factores, como todo el tiempo que pasamos trabajando y cumpliendo con responsabilidades: cosas que no siempre disfrutamos. Ponerse a pensar en todo aquello en lo que empleamos nuestro tiempo puede alterar nuestra percepción de los años que en realidad nos restan y debería incentivarnos a aprovecharlos un poco más.
Una encuesta realizada en 2017 encontró que aproximadamente el 50% de los trabajadores en Estados Unidos no está satisfecho con la actividad laboral que realiza, no la disfruta. Esto sugiere que quizás muchos de nosotros no estamos a gusto con una de las actividades que consume la mayor parte de nuestro tiempo en la vida. Como consecuencia, tendemos a esperar a que llegue el fin de semana para darnos un respiro… «¡al fin es viernes!». De vuelta a los cálculos, hay aproximadamente 260 días laborables por año, lo cual reduce de forma drástica el tiempo que nos queda para vivir plenamente si no encontramos gratificación alguna en nuestra actividad laboral. Tomando esto en cuenta, y recordando que a partir de los 65 años incrementa el riesgo de desarrollar discapacidades físicas y mentales, el número de años que creemos que nos quedan ‘para vivir’ se podría reducir drásticamente por el simple hecho de no disfrutar de nuestro trabajo.
Además, si solo disfrutamos de la vida los fines de semana, hay que tomar en cuenta que no todos los fines de semana son amenos, pues también solemos tener tareas laborales pendientes o diversas responsabilidades tediosas por cumplir. Entonces, es evidente que la vida está plagada de responsabilidades que no siempre son gratificantes pero debemos cumplirlas de todas formas; cosas que, aunque no queramos hacerlas, son necesarias. Con respecto a nuestro trabajo, aunque nos apasione y lo disfrutemos, es probable que una porción del tiempo que empleamos en él no sea del todo agradable, pues la vida no es fácil y abundan los retos. Sin embargo, si vamos a dedicar la mayor parte de nuestra vida a una actividad que no nos gratifica de ninguna forma o, por lo menos, nos satisface la mayor parte del tiempo, es probable que sea necesario reevaluar nuestras prioridades para disfrutar un poco más de la vida y dejar de esperar con tantas ansias a que llegue el fin de semana para saborear algo parecido a la felicidad.
En definitiva, si tomamos en cuenta todo el tiempo que empleamos en actividades triviales y en cumplir con diversas responsabilidades ineludibles, la vida se vuelve extremadamente corta, muchísimo más de lo que aparenta ser si tan solo contamos los años que nos quedan hasta llegar a los 80, 90 o 100 años. Incluso si nos encanta nuestro trabajo, disfrutamos de nuestros estudios, tenemos una vida familiar plena y no solo encontramos sosiego en la llegada del fin de semana, vale la pena recordar que la vida es más breve de lo que parece. La conclusión es obvia: procuremos aprovechar el tiempo y disfrutar un poco de la vida independientemente del día que sea. Y si notamos que nuestra vida laboral o académica, por ejemplo, se ha convertido en un tsunami de actividades desagradables y tan solo los fines de semana sacamos la cabeza para respirar un poco, quizás sea el momento de reajustarnos. Nunca es tarde.
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