Esta semana, en un libro de texto de psicología social, leí acerca del fenómeno ‘siempre lo supe’, también conocido como parcialidad retrospectiva. Se trata de la tendencia humana a sobreestimar nuestra capacidad individual de haber predicho el desenlace de un evento que ya ocurrió. En otras palabras, la parcialidad retrospectiva consiste en decir ‘te lo dije’ o ‘sabía que eso iba a ocurrir’ cuando, mirando hacia el pasado, ya sabemos que eso ocurrió. Con relación a dicho fenómeno de la psicología social, aquel libro de texto también me introdujo a la siguiente frase de Søren Kierkegaard, filósofo y teólogo existencialista del siglo XIX: “La vida se vive hacia delante pero se comprende hacia atrás.”

Creo que con frecuencia nos sentimos poco sorprendidos ante ciertos eventos súbitos o hallazgos inesperados, tanto en nuestra vida personal como en la vida colectiva. Lo veía venir – decimos, por ejemplo, ante la victoria de un partido político o de un equipo de fútbol. Cuando ya conocemos los resultados del partido, de un experimento, de las votaciones presidenciales o de cualquier decisión que hayamos tomado en nuestra vida cotidiana, es fácil e intuitivo creer que era obvio, que las cosas se dieron tal y como lo habíamos predicho, que fuimos necios. Pero en el presente pocas cosas son realmente obvias.

Vivir hacia delante es inevitable, pues el tiempo no deja de correr y nos arrastra con su estela. Lo complejo es comprender hacia atrás, asegurarnos de internalizar verdaderamente nuestros aciertos y desatinos del pasado. Hoy, mirando hacia el pasado, quizás parece que todas las malas decisiones, tanto propias como ajenas, fueron simples descuidos que no volverán a ocurrir. Todo parece más fácil y simple cuando se mira desde lejos. Por otro lado, cuando tratamos de comprender hacia atrás es difícil mostrarnos imparciales y objetivos; es tentador ser arrogantes y severos ante quien resuelve un problema cuya solución ya conocemos.

Entonces, en teoría, al comprender la vida hacia atrás aprendemos de nuestros errores, de nuestro pasado, de la historia. Aun así, con frecuencia seguimos cometiendo los mismos errores de siempre. Quizás por intentar remar contra la corriente del tiempo. Tal vez por aquella arrogancia que nos lleva a pensar que ya aprendimos, que ya sabemos todas las respuestas, que no volveremos a cometer ciertos errores. Pero vivimos en un punto medio entre la acción y la reflexión, es eso a lo que llamamos ‘presente’.




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2 comentarios

Frank · 2020 a las 11:19

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