Una frase del artista español Nach me hizo reflexionar mucho durante mi adolescencia: La vida es como una tela bordada. Nos pasamos la primera parte de la vida en el lado bonito del bordado, pero la segunda parte de nuestra vida la pasamos en el otro lado. Es menos bonito, pero vemos cómo están dispuestos los hilos.
Conforme vamos creciendo, quizás, se tiende a olvidar u opacar el recuerdo de nuestra verdadera esencia: la parte bonita del bordado. Nos vemos forzados a enfrentar adversidades, abruma la adultez, crecen las dudas, acechan los miedos y surge la necesidad de asumir responsabilidades radicalmente necesarias. Aunque no es factible instalarse para siempre en la parte bonita del bordado (manifestada en la hermosa e ilusoria inocencia de la niñez), tampoco conviene condenarse al constante tormento de buscarle una explicación y darle un nombre a cada nudo e hilo suelto que compone nuestra compleja existencia, senderos ineludibles de aquella parte ‘menos bonita’. A veces basta con cerrar los ojos y recordar que, sin importar en qué lado de nuestra tela nos encontremos en cada preciso momento, todos estamos destinados a mudarnos en intermitencias de un lado al otro, de lo bonito a lo menos bonito. Lo que importa realmente, por tanto, es que la tela es nuestra, que nos pertenece… ¡que existe!
Con esto recuerdo las palabras de otro artista español:
No viviré con la fuerza de la costumbre, ni con la de la incertidumbre. No seré servidumbre de un tiempo tirano y déspota que vuela y que se escapa como arena de un reloj que no espera. El día de hoy no se volverá a repetir jamás. La vida es tan corta que se va y no da para más: o la vives o te vive, o la vives o te olvida (…) El tiempo corre, sí, pero lo justo si se quiere (…) Gastaré días, gastaré noches, buscando y encontrando tiempo, porque perderlo es el mayor de los derroches y el mañana solo un adverbio.
Rayden
1 comentario
Modesto Ponce M. · 2020 a las 23:32
Hermosa y profunda reflexión, Juan Martín. En el fondo, y a pesar de todo, de todo, repito, nos agrada haber nacido y estar vivos. Puede no entenderse la razón ni explicarse los motivos, pero es así. Un abrazo, M.