Hay ideas que se van y no vuelven. Otras regresan de milagro, a veces cuando menos lo esperamos, y suspiramos, aliviados, cuando nos reencontramos con ese pensamiento o fragmento de información, tan nuestro y decisivo, que creíamos perdido. A veces me pregunto cómo podría cambiar el rumbo de nuestra vida cada vez que una idea que tenemos se nos escapa, la olvidamos de repente y jamás regresa. ¿A dónde se van las ideas que se van y no vuelven?

Algunas ideas son algo pretenciosas. Otras son más prácticas y sencillas. Pero todas son potencialmente revolucionarias. Todo lo que pensamos, lo que ‘se nos viene a la cabeza’ en un momento dado, tiene el potencial de cambiar nuestra vida por completo en una serie de eventos subsecuentes, como un efecto dominó o el famoso efecto mariposa. Al igual que todo aquello que decimos o dejamos de decir.

Entonces, aquellas ideas que se van y no vuelven, todo lo que se nos olvida, podrían ser oportunidades perdidas, realidades paralelas u otros posibles ‘yos’ que nunca llegarán a existir. A menos que la idea regrese a nosotros, nos emocionemos ante la suerte de haberla recordado y la anotemos quizás en un post-it bajo el encabezado ‘pendiente’ o ‘idea importante’. ¿Será una idea revolucionaria para nosotros? ¿Para el mundo? ¿O terminará aquel post-it en la basura antes de haber sido útil?

Ideas. Pensamientos que van y vienen. Que nacen a diario desde las profundidades del ser con la esperanza de despertar curiosidades y provocar cambios… movimiento.


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