La gratificación instantánea y el autocontrol son dos conceptos fundamentales en la psicología que están estrechamente relacionados entre sí. Retrasar o demorar la gratificación se trata de ser capaces de posponer una posible ganancia inmediata para conseguir algo mejor (o lo mismo, pero en el momento adecuado) en el futuro. Los investigadores han descubierto que esta capacidad de retrasar la gratificación es esencial para lograr nuestras metas y podría tener un impacto importante en el éxito a largo plazo y el bienestar general.

Recuerdo que durante mi último año en la carrera de psicología mi profesor de Psicopatología Infantojuvenil nos dijo en clase: «Si hay algo fundamental que tienen que enseñarles a sus hijos es la capacidad de retrasar la gratificación. Por ejemplo, si el niño quiere comer helado en este preciso momento, es muy importante que comprenda que primero debe acabar sus tareas, que tiene que esperar a que termine la hora de almuerzo para comerse el postre, o que quizás haya una fila de doce personas en la heladería. Estos aparentes caprichos restrictivos por parte de los padres tienen como objetivo primordial, sea o no con el propósito consciente de hacerlo, que todos aprendamos a retrasar la gratificación. Es muy difícil prosperar en la vida si carecemos de esta habilidad, si no comprendemos y ‘respetamos’ la importancia de este principio».

En un experimento clásico de psicología en los 70s, el psicólogo Walter Mischel colocó una golosina frente a varios niños y les propuso dos alternativas:

  1. Pueden disfrutar de la golosina en este preciso momento.
  2. Pueden esperar un breve periodo de tiempo y les damos otra. Podrán comerse las dos.

Cuando el experimentador salió de la habitación, muchos de los niños comieron inmediatamente la golosina (a menudo una galleta salada o un marshmallow), mientras que otros pudieron reprimir el impulso de disfrutarla en ese momento y esperaron a la recompensa de obtener dos delicias más tarde. Lo que descubrió Mischel fue que los niños que fueron capaces de retrasar la gratificación tuvieron varias ventajas más adelante ante aquellos que simplemente no podían esperar, tales como:

  • Un mejor desempeño académico (años después).
  • Menos problemas de comportamiento a largo plazo.
  • Puntajes mucho más altos en el SAT (una prueba académica estandarizada).

Es evidente que el mundo actual está plagado de estímulos ‘supernormales’ representados por esa golosina del experimento, particularmente relacionados con las redes sociales y el marketing. Nos estamos acostumbrando, cada vez más, a conseguir lo que queremos al alcance de un chasquido. Cada vez es menos necesario comprender la importancia de posponer aquello que deseamos ahora mismo para poder obtener algo mejor si nos esforzamos y esperamos pacientemente. Sin embargo, la capacidad de retrasar la gratificación no deja de ser esencial para alcanzar nuestras metas y, sobre todo, para sentirnos autorrealizados a largo plazo.

Retrasar la gratificación no es fácil, especialmente si no estamos seguros de si las tan anheladas recompensas llegarán a concretarse. Pero, como dice un dicho algo cursi: «lo bueno nunca es fácil, lo fácil nunca es bueno».




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