La ignorancia

Ella dormía plácidamente cuando cruzó el umbral entre esta Tierra y otros mundos, entre su cama y las estrellas. Eran las 6 y 53 de la mañana cuando dejó de respirar por dieciocho segundos, que fueron ochenta y un años en un planeta distante y de tonalidades azulinas: Las Tinieblas.

Cuando Ella De Las Tinieblas murió junto a su esposo (a los ochenta y uno, por causas naturales), su realidad, tan remota e inconcebible, dejó de existir para siempre. Fue precisamente cuando Ella, a las 6 y 53 con 18 segundos, saltó de su cama con presura para no perder el autobús.


Suscríbete al boletín para recibir mis publicaciones y novedades 📧


Categorías: Relatos

0 comentarios

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *